El último del año
A mi hijo Samuel le encanta la Navidad. Todo es mucho más festivo porque él se encarga de tener música navideña en casa, de que yo me ocupe de sacar las decoraciones y de que armemos el árbol de navidad con mucha antelación. Él es el recordatorio diario de nuestro devocional de adviento y el promotor de que cada quien compre sus regalos en noviembre. Sammy es nuestro cascabelito que nos contagia de emoción y anticipación.
Pero este año, justo la semana antes de la Navidad, él comenzó a enfermarse. Poco a poco, todos en casa (excepto Moisés que tiene las defensas de hierro) fuimos cayendo con los mismos síntomas, y cuando llegó el día de la Navidad la casa parecía un hospital. Entre fiebre, vómitos, medicinas y corridas a la sala de urgencias, toda la emoción que anticipábamos, especialmente Samuel, se quedó en una expectativa insatisfecha. Las cosas no salieron como planeábamos.
Ahora, ¿no fue así en ese establo donde nació el Salvador? Nada había sucedido como los hombres lo hubieran planeado. Parecía que las circunstancias adversas habían secuestrado la historia de cómo debió nacer el Salvador. Pero no fue así. Por encima de las dificultades, la precariedad y lo inexplicable, Dios estaba llevando a cabo su plan perfecto.
Esta Navidad, Dios nos regaló el privilegio de experimentar el gozo de Su salvación en medio de la dificultad. Paradójicamente, en esta ocasión nos sentimos más cerca de la narrativa del pesebre.
La gratitud por la llegada de Emanuel y la esperanza de Su regreso llenan nuestros corazones de regocijo y de alabanza a Dios… aún en las circunstancias más difíciles. Oro que en medio de las dificultades que enfrentas, consideres a Cristo.
Aprendizaje del 2022
Moisés me preguntó cuál era la mayor aprendizaje que había obtenido en este 2022. Después de pensarlo, concluí que en este año Dios me siguió enseñando acerca de mi enorme necesidad de Él. Mi corazón es muy pronto a caer en la trampa del desempeño y a correr mis propias fuerzas.
Nunca antes había experimentado el reto de criar cuatro niños en casa de edades y necesidades tan distintas. Todo esto sumado a las demandas cotidianas, cada mañana representa un reto imposible; imposible si trato de servir a Dios en mis fuerzas, pero la vida de Cristo en mí hace toda la diferencia.
Estoy aprendiendo que cuando me aferro a la Palabra de Dios y creo por la fe que Él es lo suficientemente poderoso para producir el fruto de Su Espíritu en mí, sucede el milagro que tanto anhelo. Puedo servir al Señor con amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, fe, mansedumbre y dominio propio. En el 2023 seguiré aprendiendo que las presiones del día a día solo se enfrentan en comunión con Cristo.
Una oración para el 2023
Señor, abre mis ojos ante mi inmensa necesidad de ti.
Dame discernimiento para ver cómo mi corazón me engaña; ayúdame a identificar mi propio pecado y concédeme el arrepentimiento.
Enséñame la grandeza de tu gracia para que corra a ti en medio de mi necesidad.
Ayúdame a permanecer en Tu Verdad y a caminar en tu luz.
Permíteme crecer en el entendimiento de tu amor y a presentar mi vida como un sacrificio vivo.
Que mi ambición diaria sea negarme a mí misma para servir a quienes me rodean como una ofrenda de amor a ti.
Que cada paso de obediencia sea movido por la fe de que en Ti se encuentra mi mayor satisfacción.
Que no calcule el costo de mi rendición a tu voluntad, y que, ante tu llamado, mi corazón responda, ¡Sí, Señor!
Que Cristo sea mi mayor tesoro y que cada labor, por ordinaria que sea, se convierta en un altar de adoración.
Por tus méritos,
Amén.