Todo tiene su tiempo
Esta es una porción de un newsletter que escribí hace unos años. Estas verdades siguen muy vivas en mi corazón y las comparto contigo con el propósito de animarte a abrazar lo que Dios ha puesto delante de ti con gozo.
Me encantan los newsletters. Me llena de gozo leer el reporte de la gracia de Dios de parte de los hermanos por los que oro. En nuestro tiempo en el seminario enviábamos uno como familia a nuestros colaboradores, y al terminar esa etapa siempre supe que algún día volvería a hacer otro.
Aunque este es distinto. Cuando visualicé este newsletter imaginé un espacio creativo para compartir algunas ideas que han rondado en mi corazón y en mis diarios por años, sin la limitación de caracteres de las redes sociales. Le di forma en mi mente, y cuando quise ponerlo en marcha, decidí poner un freno. Me propuse esperar que Dios me proveyera el tiempo para escribirlo. Decidí no robarle mi atención a las ocupaciones que ya Él me había encomendado y, ¿qué crees? Cada vez que quería sentarme a escribir, recordaba mi resolución, y terminaba apagando mi tableta.
Así pasaron los días, las semanas y los meses.
Hubo ocasiones en las que pensé que podía «fabricar el tiempo» para escribir, pero cuando observaba la motivación de mi corazón reconocía mi deseo de «escapar» de lo que Dios había puesto delante de mí. La creativa en mí quería entretenerse trazando sus pensamientos, pero estaba perdiendo de vista las invitaciones que el Creador me estaba dando para redactar algo más hermoso. Como por ejemplo lo que estoy escribiendo en el corazón de mi hija cuando sus ojitos se quedan fijos en los míos, mientras le regalo toda mi atención. Lo que estoy plasmando en la memoria de mis hijos (y en la mía) al disponerme a escuchar sus historias fantásticas con un interés sincero o simplemente estando disponible para disfrutar la noche película con ellos.
¿Me sigues?
«Fabricar el tiempo» para hacer cosas que Dios no nos ha llamado a hacer es una necedad. ¿Reconoces esa esa tensión en tu corazón? Es liberador cuando Dios nos muestra nuestro pecado y corremos a Cristo por auxilio.
Hoy estoy escribiendo, no desde una postura de lucha pasiva, sino desde un corazón en descanso. Porque hasta para algo tan simple como este newsletter reconozco que hay una diferencia entre servir desde un corazón rendido y uno agitado que abre camino al andar. Limitar lo que deseo hacer para atender lo que tengo que hacer es buen ejercicio para mi alma. Me ayuda a recordar que mi habilidad no determina mi capacidad. Por eso deseo pasar todo lo que hago por ese filtro, porque el tiempo no se fabrica. Y bueno, precisamente esto va de la mano con la frase que tenía en mente para esta entrega:
Tengo estas cuatro palabras tatuadas en mi subconsciente. Las leía cada vez que entraba a la casa de mi tía (casi a diario). Era un cuadro que contenía el capítulo tres de Eclesiastés junto con un reloj enterrado en un suelo pedregoso y unas margaritas que lo adornaban. Siempre que pasaba cerca del cuadro, me detenía, lo observaba, leía todos los contrastes que mencionaba. Me quedaba unos segundos pensando en que había un tiempo para morir. Levantaba los hombros, suspiraba, hacía un gesto de aprobación con mis ojos y mis labios, y seguía mi camino.
Paradójicamente, ese no era el tiempo para entender la trascendencia de las palabras de Salomón. Lo que no imaginaba era que treinta años más tarde estaría comenzando a comprenderlas.
Todo tiene su tiempo, y las implicaciones de esa verdad son gigantescas. Suena muy básico pero si Dios estableció un tiempo para cada cosa, entonces quiere decir que somos seres limitados. Al crearnos, Él nos sometió a un sistema gobernado por el tiempo enmarcado en el espacio. Esa fue Su idea desde el principio, aún antes de que el pecado afectara todas las cosas.
Dios nos diseñó seres limitados, y eso es bueno en gran manera.
Me encanta como lo dice Joe Rigney «la temporalidad, la limitación y la finitud no son defectos a superar. Nuestra existencia en el tiempo, el espacio y en un cuerpo no es un error; es una característica diseñada por la sabiduría infinita para la comunicación de lo insondable de las riquezas de Su gloria. Dios no se frustra por nuestra finitud... Él nos hizo así, y piensa que fue una gran idea.» Al parecer solo a nosotros no nos parece una buena idea.
Dios me creó con limitaciones, y eso es bueno. ¡Deja que esa verdad se asiente en tu corazón! Yo necesito recordarlo a menudo. No puedo estar en todas partes ni hacer todo al mismo tiempo, y eso es bueno. Dios ordenó un tiempo para cada etapa de la vida, y eso es bueno en gran manera. No tengo la capacidad para hacer todo lo que deseo, y Dios me creó así.
Entonces, si hay un tiempo para todo, la pregunta debe ser, ¿a qué me está llamando Dios en este tiempo? En esta etapa, en este año, en este mes, en esta semana, en este instante. La respuesta a esa pregunta requiere mucho discernimiento, y en ocasiones del consejo piadoso de personas que nos aman y aman a Dios.
Todo lo hizo hermoso en su tiempo; y ha puesto eternidad en el corazón de ellos, sin que alcance el hombre a entender la obra que ha hecho Dios desde el principio hasta el fin. Eclesiastés 3:11
Esta frase de Bruce Hindmarsh ha acampado en mi mente «Dios nos ha dado el tiempo suficiente para hacer lo que necesitamos hacer en cada momento para obedecerle. Y su gracia está allí; eternamente presente. Cada momento es un sacramento donde el tiempo toca la eternidad, y hay tiempo suficiente para hacer exactamente lo que Dios nos ha llamado a hacer».
Hermana, la vida está compuesta por etapas así que no tenemos que hacerlo todo en una sola. Podemos confiar que Dios es suficientemente sabio para apuntar cuál es la labor a la que Él nos ha llamado en cada etapa. Él es bueno al concedernos gozo mientras nos rendimos a Su voluntad, y respondemos en fe y obediencia. Él es soberano para orquestar cada estación en nuestras vida, y es poderoso para producir fruto aún después de crudos inviernos.
Anota esto en tu corazón y en un lugar visible:
Si los últimos diez años de mi vida fueran un soundtrack, se llamaría «todo tiene su tiempo». :') Las canciones de mi «disco» serían las siguientes:
¿Cuáles serían tus canciones? ¿A qué te está llamando Dios a enfocarte en este tiempo? ¿Hay una lucha pasiva en tu corazón que desea poner a un lado una prioridad en tu vida? Cuando te ves de frente con las limitaciones que Dios te ha dado, ¿tratas de deshacerte de estas o te rindes por completo a Dios para confiar en su soberanía y suficiencia?
Te animo a llevar las respuestas de estas preguntas a Dios en oración. Asegúrate de responder a la convicción que Él traiga a tu corazón.
Sigamos adelante, Cristo está adelante y esa la motivación más gloriosa para responder en obediencia a Dios.
Tu hermana en Cristo,