Mi resolución para el 2020

green-chameleon-s9CC2SKySJM-unsplash.jpg

Escribir nuestras peticiones de oración y resoluciones al finalizar el año, ya se ha convertido en una tradición familiar. Mi esposo tiene los listados de cada año y para esta fecha nos anima a revisar las oraciones que Dios ha contestado para hacer memoria de la fidelidad de Dios a través de los años.

Este año no fue la excepción, mi corazón se llenó de gratitud al recordar las oraciones que hicimos al finalizar el 2018, y al ver la respuesta de Dios. Su gracia nos sostuvo cada día. Y ahora en el ocaso del 2019, mientras escribía mis resoluciones para el 2020, sentía que la lista no iba a terminar. Mientras más escribía, más me convencía que es completamente imposible lograrlas en mis propias fuerzas.

¡Uf! Son tantas cosas, quiero servir al Señor con gozo en mi hogar. Deseo amar más a mi esposo y a mis hijos. Quiero ser intencional en disciplinar a mis varones con paciencia y gracia, mientras cuido a la nueva bebé. Deseo ser una mujer mansa y llena de paz. Anhelo crecer en dominio propio y en discernimiento en diferentes áreas. Es mi oración crecer en hospitalidad y construir un hogar que sea un remanso de paz. También quiero servir al Señor en mi iglesia local y en cualquier lugar que Él nos llame.

Pudiera seguir y seguir, porque ¡son tantas las áreas en las que necesito crecer! Y lo primero a lo que me puedo inclinar es a escribir resoluciones y a comprometerme a mejorar en cada una de esos aspectos. Pero la verdad es que cuando me detengo a observar qué tienen en común todas estas peticiones, me doy cuenta de dos cosas: yo no puedo producir ninguna de ellas y para todas necesito el fruto del Espíritu. 

Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio propio; contra tales cosas no hay ley. Gálatas 5:22-23

Lo que necesito no proviene de mis fuerzas. Solo Dios puede producir el fruto del Espíritu en mí.

Lo que necesito para ser mejor discípula de Cristo, mejor esposa o mejor mamá en este 2020 no se encuentra en mis propios esfuerzos. Ningún programa de tres pasos me ayudará a mantener el gozo cuando sean las cuatro de la tarde, mi casa esté hecha un desorden, y mis hijos no hayan terminado sus clases por estar peleándose por tonterías. Ninguna estrategia me ayudará a tener dominio propio cuando quiera poner mi mente en automático y abra mis redes sociales. Ningún plan me ayudará a amar sacrificialmente cuando esté cansada y cuando lo último que quiera hacer es poner al otro primero. Lo que necesito no proviene de mis fuerzas. Solo Dios puede producir el fruto del Espíritu en mí.

Es a través de nuestra unión con Cristo y la fe en Su Palabra que el Espíritu Santo produce su fruto en nosotros. Es al creer en sus promesas que puedo experimentar el poder transformador de Su Verdad. Por eso en este nuevo año mi resolución es vivir a la luz de mi unión con Cristo, porque solo en Él puedo agradar al Padre. En este nuevo año quiero vivir en la verdad de que con Cristo he sido crucificada, y ya no soy yo quien vive, sino que Cristo vive en mí; y la vida que ahora vivo en la carne, la vivo por fe en el Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí. (Gálatas 2:20)

En lugar de agotarme por tratar de cumplir resoluciones en mis propias fuerzas, todos mis deseos se reducen a uno solo: permanecer en Cristo. Deseo permanecer en Su Verdad. De ahí fluirá todo lo que necesito. ¡Anhelo crecer en el entendimiento de esa gloriosa verdad!

Esa es mi oración, que Dios me ayude a crecer en el entendimiento de mi unión con Cristo, que Él me ayude a descansar en su obra en mi vida. Oro que Dios abra mis ojos ante mi necesidad de Su Palabra, y que me ayude a alimentar mi corazón de sus promesas por la fe, todos los días –en medio del hermoso caos donde se desenvuelve mi vida– de este 2020.

Me encanta como lo dice John Piper:

Ora por la obra transformadora y empoderadora del Espíritu Santo. Pero también abre tu Biblia y mira a Jesús en su Palabra. Medita ansiosamente en sus promesas hasta que Él satisfaga tu corazón con todo lo que Dios es para ti en Él. Cuando eso suceda, el Espíritu y su fruto fluirá.*

Ese es mi deseo para el 2020, ¿cuál es el tuyo?

Ahh, y antes de irme, te cuento que este año me uniré al plan de lectura bíblica Mujer Verdadera 365. ¡Te animo a que te unas, ya sea que la leas o la escuches!

_______
*Desiring God. How Does the Spirit Produce Love? Octubre 29, 1996

Photo by Green Chameleon on Unsplash

Anterior
Anterior

Efesios 2 | Posters

Siguiente
Siguiente

2019: Gracia inesperada