«Mis notas del sermón» para niños | Descargable gratis

Cuando nos mudamos a Carolina del Norte en 2005, nos congregábamos en una iglesia donde los niños permanecían con sus padres durante el sermón. Para nosotros fue un gran cambio, porque no solo teníamos que lidiar con el cambio de idioma, sino también asegurarnos de que los niños se quedaran tranquilos durante el tiempo de predicación. En ese momento, solo teníamos a Josué, de seis años, y a Samuel, de tres. Los primeros domingos sentía que se producía un cortocircuito en mi interior porque los niños estaban distraídos, y nosotros no podíamos concentrarnos debido a su comportamiento.

Recuerdo que a los niños les proporcionaban unas hojas para tomar notas durante el sermón, y los poníamos a contar cuántas veces el predicador decía ciertas palabras relacionadas con la predicación. También dibujaban lo que escuchaban, pero, en su mayoría, terminaban haciendo dibujos de batallas de superhéroes.

Debo confesar que, al principio, parecía que no entendían nada, pero había momentos en los que me mencionaban algo que el predicador decía y en nuestros momentos de reflexión familiar, hablaban de ello con mucha precisión. Con el paso de los meses, esta práctica comenzó a convertirse en un hábito, y ellos fueron desarrollando la capacidad de estar más tranquilos... mejor dicho, más callados (je, je). Pasó el tiempo y, de repente, se convirtieron en adolescentes que encontraron su lugar en el servicio de adoración corporativo, simplemente porque nunca tuvieron otra opción. Aprendieron que su espacio estaba junto a toda la congregación por el hábito sencillo de haber estado ahí sentados desde niños.

No puedo negar que, en aquel tiempo, hubiese sido muchísimo más fácil para mí que ellos fueran a un servicio o una clase para niños, para así poder «recibir» más tranquila. Sin embargo, reconozco que el esfuerzo de tenerlos conmigo durante esos años valió la pena. Aclaro que la salvación es del Señor (Jonás 2:9); ninguna práctica o hábito tiene el poder de salvar a nuestros hijos o transformar sus afectos. Pero entender que el servicio de adoración no es una experiencia individualista, en la que yo voy a recibir sin distracciones, me ha ayudado a enseñarles a mis hijos que no son un estorbo mientras nos congregamos y que toda la liturgia del servicio tiene un propósito y un lugar para ellos. (Salmo 78:5-7, Nehemías 8:2-3)

Lo más curioso de todo esto es que ahora nos toca comenzar otra vez. Nuestra familia creció, y ahora tenemos pequeñitos que se sientan con nosotros durante el servicio, con la agravante de que ahora Moisés no está para ayudarme siempre porque, la mayoría de las veces, está en el púlpito predicando. Ahora tengo que velar por los chicos grandes y enseñar a Grace a participar del servicio.

Confieso que, en ocasiones, he deseado que haya algo para ella, pero le recuerdo a mi corazón el mandato de Deuteronomio 6:6-7, que nos instruye a enseñarles a nuestros hijos a amar a Dios por encima de todo, en todo momento (incluyendo los domingos). Ella está observando mientras adoramos; está presenciando el testimonio de la iglesia reunida ante la exposición de la Palabra. Está siendo testigo de las ordenanzas del bautismo y la Cena del Señor (Mateo 28:19-20; 1 Corintios 11:23-26). Está siendo impactada cuando un hermano responde con un gran "¡Amén!" después de escuchar una verdad del evangelio. (Nehemías 8:6)

Ella está absorbiendo todo mientras la iglesia la ve crecer, esperando que, algún día, Dios le conceda el regalo de la salvación. ¿No es esa la realidad de todos los niños de la iglesia? Oro que así sea.

Todo este preámbulo es para compartir contigo algo que te inspire a sentar a tu pequeño contigo en la iglesia. En nuestra iglesia local, tenemos unas hojas para los niños que los ayudan a tomar notas durante el sermón. La idea es que concentren su atención en algo mientras aprenden a registrar lo que escuchan. Toma en cuenta que el propósito de estas hojas es crear un hábito que los motive a escuchar y los mantenga ocupados. Si los forzamos a llenarlas de forma perfecta o con muchas reglas, podríamos inclinar su corazón hacia una práctica legalista. (Efesios 6:4; Colosenses 3:21)

Te animo a usar estas hojas con tus hijos y con los niños de tu iglesia. Son gratuitas y están diseñadas para ser distribuidas libremente. Siéntete en la libertad de compartirlas con otros padres o con tu iglesia local. Recuerda, el objetivo no es lograr perfección en su uso, sino cultivar en ellos el hábito de prestar atención y participar en el servicio de adoración. Oremos para que el Señor utilice este pequeño recurso para Su gloria y el bien de nuestras familias.

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